LA IRA DE DIOS

Siete son, según la Iglesia católica, los pecados capitales: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. Resulta paradójico que los doctores de la Iglesia hayan calificado como pecado uno de los rasgos más marcados de su Dios, Yahvé: la ira

Y es que la biblia está plagada de alusiones a “la ira de Dios” y de muestras de su implacable aplicación. Algunos teólogos afirman que, en contraposición con la ira de los hombres:
  • La ira de Dios es santa y siempre justificada
  • La ira de Dios es una divina respuesta al pecado y la desobediencia del hombre
  • Sólo Dios puede vengarse porque su venganza es perfecta y santa (ahí queda eso).

Además, no parece que la revolución que Cristo y el Nuevo Testamento representan sobre la doctrina del Antiguo Testamento suponga un cambio en esta línea ya que el mismo Jesús anuncia: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3/36). Y sus discípulos advierten: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos; sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12/19),

Pero cualquiera que analice someramente los relatos de la biblia en los que Dios aplica su ira divina sobre los hombres advertirá que, en muchos casos, Yahvé se pasa tres pueblos.

Veamos uno de los relatos más conocidos, el de la destrucción de Sodomoa y Gomorra.

Yahvé visitó a Abraham y le anunció su intención de destruir las mencionadas ciudades. Abraham, con buen juicio, le preguntó “¿Destruirás también al justo con el malvado? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad; ¿destruirás también el lugar y no lo perdonarás por amor a cincuenta justos que estén dentro de él?” (Génesis 18/23-24). A lo que respondió Jehová: “Si hallare en Sodoma cincuenta a justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por mor a ellos” (Génesis 18/26). Abraham empezó a “regatear” con Dios y finalmente consiguió que rebajase a 10 el número de hombres justos necesario para salvar a Sodoma y Gomorra de la venganza divina.

El final es de todos conocidos. Yahvé envió a dos ángeles para que avisara a Lott, que así pudo escapar con su familia antes de que una lluvia de azufre y fuego destruyese las ciudades malvadas, de lo que se deduce que no fueron capaces de encontrar los 10 hombres justos pactados.

Y yo me pregunto ¿no había niños de teta en Sodomoa y Gomorra? Con lo lascivos que se les presuponía y sin métodos anticonceptivos eficaces es de esperar que la natalidad fuese muy elevada. Vamos, que hombres justo no sé, pero criaturas inocentes se debió cargar Jehová a barullo.

La mujer de Lott se convirtió en estatua de sal por mirar atrás cuando huían de Sodoma

Luego, las hijas de Lott le emborracharían (a su propio  padre) para calzárselo y así tener descendencia... Pero esa es otra historia.

Otro episodio ilustrativo de la ira de Dios son las plagas de Egipto, que culminó con la muerte de los primogénitos: “Jehová ha dicho así: A la media noche yo pasaré por en medio de Egipto, y morirá todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el a primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito de la sierva que está tras el molino, y todo primogénito de las bestias” (Génesis 11/4-5). Y así fue. Los primogénitos de los israelitas se salvaron gracias a unas marcas que hicieron en los dinteles de las puertas de sus casa con sangre de carnero.

Aquí me caben dos preguntas:
  • ¿Qué culpa tiene el pueblo egipcio de las decisiones del Faraón, monarca absoluto de carácter totalitario?
  • Considerando que entre los primogénitos habría niños y mayores, ¿por qué Yahvé incluye en su venganza niños inocentes? 

En fin, que si ya me suena raro lo de que Dios sí puede vengarse aunque para los hombres sea pecado, los que contaron su historia pasaron por alto “detalles” que a mi modesto entender, dejan a Dios en muy mal lugar ante la doctrina que Él mismo impone ¿no?
La muerte de los primogénitos se llevó por delante a niños de todas las edades


Otro día hablaremos del diluvio.

El diluvio: otra muestra de la ira de Dios, con una historia, cuando menos, curiosa

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